miércoles, 30 de enero de 2008

Los cuentos y Haruki Murakami.

Detalle de la cubierta de un libro sobre Haruki Murakami. "Uno de los placeres de escribir cuentos es que no se tarda tanto tiempo en terminarlos. Generalmente me lleva alrededor de una semana dar a un cuento una forma presentable (aunque las correcciones pueden ser interminables). No es como la total entrega física y mental que se requiere durante el año o los dos años que tardas en redactar una novela. Entras en una habitación, terminas tu trabajo y sales. Eso es todo. Para mí, al menos, escribir una novela puede parecer una tarea que nunca acaba y a veces me pregunto si voy a salir vivo del empeño. Así que encuentro que escribir cuentos es un cambio de ritmo necesario.

Otra cosa agradable de escribir cuentos es que puedes crear un argumento a partir de los detalles más nimios..., una idea que brota en tu mente, una palabra, una imagen, cualquier cosa. En la mayoría de los casos es como la improvisación en el jazz, y el argumento me lleva a donde a éste le plazca. Y otra cosa buena es que en el caso de los cuentos no tienes que preocuparte por el fracaso. Si la idea no sale como esperabas, te encoges de hombros y te dices que no todas pueden salir bien. Incluso en el caso de maestros del género como F. Scott Fitzgerald y Raymond Carver –hasta en el caso de Chéjov– no todos los cuentos son obras maestras. Para mí esto es un gran consuelo. Puedes aprender de tus errores y usarlos en el siguiente cuento que escribas. En mi caso, cuando escribo novelas me esfuerzo mucho por aprender de los éxitos y los fracasos que experimento cuando escribo cuentos. En ese sentido, para mí el cuento es una especie de laboratorio experimental como novelista. Es difícil hacer experimentos como a mí me gusta dentro del marco de una novela, de modo que sé que, sin cuentos, la tarea de escribir novelas resultaría aún más difícil y exigente..."

www.murakami.ch

www.elcultural.es

viernes, 25 de enero de 2008

¿Qué es escribir? [Jean Paul Sartre]

" El poeta en cada palabra, por el solo efecto de la actitud poética, realiza las metáforas en las que soñaba Picasso cuando deseaba hacer una caja de fósforos que fuera toda ella un murciélago sin dejar de ser una caja de fósforos. Florencia es ciudad, flor y mujer y es también ciudad-flor, ciudad-mujer y muchacha-flor. Y el extraño objeto que se muestra así posee la liquidez del río y el dulce ardor leonado del oro, y, para terminar, se abandona con decencia, y prolonga indefinidamente, por medio del debilitamiento continuo la e muda, su sereno regocijo saturado de reservas. A esto ha de añadirse el esfuerzo insidioso de la biografía. Para mí, Florencia es también cierta mujer, una actriz norteamericana que actuaba en las películas mudas de mi infancia y de la que he olvidado todo, salvo que era larga como un guante de baile, que siempre estaba un poco cansada y era casta, que siempre representaba papeles de esposa incomprendida y que se llamaba Florencia y yo la amaba. Porque la palabra, que arranca al prosista de sí mismo y lo lanza al mundo, devuelve al poeta, como un espejo, su propia imagen. Esto es lo que justifica la doble empresa de Leiris, quien por un lado, en su Glossaire, trata de dar a ciertas palabras una definición poética, es decir, que sea por sí misma una síntesis de implicaciones recíprocas entre el cuerpo sonoro y el alma verbal y, por otro, en una obra todavía inédita, se lanza a la busca del tiempo perdido, tomando como guías ciertas palabras especialmente cargadas para él de valor afectivo. Así, pues, la palabra poética es un microcosmos. La crisis del lenguaje que se produjo a comienzos del siglo fuen una crisis poética. Sean cuales fueren los factores sociales e históricos que la produjeron, esta crisis se manifestó por accesos de despersonalización del escritor ante las palabras. No sabía servirse de ellas y, según la célebre fórmula de Bergson, sólo las reconocía a medias; se acercaba a ellas con una sensación de extrañeza verdaderamente fructuosa: ya no le pertenecían, ya no eran para él, pero, en esos espejos desconocidos, se reflejaban el cielo, la tierra y la propia vida. Y, finalmente, se convertían en las cosas mismas o, mejor dicho, en el corazón negro de las cosas.


(...)


Pero este esquema no tiene nada de común con eso que llaman ordinariamente un esquema verbal: no preside la construcción de un significado. Se acercaría más bien al proyecto creador por el que Picasso predetermina en el espacio, antes incluso de tocar su pincel, esa cosa que se convertirá en un saltimbanqui o un arlequín. Huir, huir allá, advierto que hay pájaros borrachos, pero, oh, corazón mío, oye el canto de los marineros.
"


jueves, 17 de enero de 2008

Yves Bonnefoy

La materia de la poesia es la meditacion de la muerte.
La rapidité des nuages

Le lit, la vitre auprès, la vallée, le ciel,
La magnifique rapidité de ces nuages.
La griffe de la pluie sur la vitre, soudain,
Comme si le néant paraphait le monde.

Dans mon rêve d'hier
Le grain d'autres années brûlait par flammes courtes
Sur le sol carrelé, mais sans chaleur.
Nos pieds nus l'écartaient comme une eau limpide.

O mon amie,
Comme était faible la distance entre nos corps !
La lame de l'épée du temps qui rôde
Y eût cherché en vain le lieu pour vaincre.

(Ce qui fut sans lumière - Mercure de France, 1987)

La rapidez de las nubes

La cama, la ventana cercana, el valle, el cielo,
La rapidez espléndida de esas nubes,
La súbita garra de la lluvia en los cristales
Como si la nada rubricase el mundo.

En mi sueño de ayer
El grano de otros años ardía a fuego lento,
Sin calor, en el suelo embaldosado.
Descalzos, lo apartaban nuestros pies como un agua límpida.

¡Oh amiga mía,
Qué distancia tan débil separaba nuestros cuerpos!
La hoja de la espada del tiempo que merodea
Hubiese allí buscado en vano lugar para vencer!
[Traducción de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán]

lunes, 14 de enero de 2008

Cuestión de edad. [por Felix Romeo]

30 AÑOS. «No se puede ser novelista a los 30 años», afirma Alessandro Piperno en un artículo para el Vanity Fair italiano. Alessandro Piperno (Roma, 1972) tuvo un gran éxito en Italia con su primera novela, Con las peores intenciones (publicada aquí por Mondadori, sin tanta fortuna). Piperno, judío como tantos buenos escritores italianos, Primo Levi, Natalia Ginzburg, Bassani o Elsa Morante, afirma que no se puede ser novelista a los 30 años por una «ley de la naturaleza tanto como por una cuestión técnica».

Luego afirma que eso se hace evidente en las últimas novelas de Cormac McCarthy, como La carretera (Mondadori), y en los libros que Philip Roth empezó a escribir tras cumplir cincuenta años, como Patrimonio (Seix Barral).

110 AÑOS. Hokusai, autor de las Treinta y seis vistas del Monte Fuji (recién publicadas por Electa, de la mano de Jocelyn Bouquillard), creía lo mismo que Alessandro Piperno, pero sobre la pintura: «A los seis años tenía la manía de dibujar la forma de las cosas. A los cincuenta, había publicado infinidad de dibujos, pero de los pintados antes de los setenta años ninguno merece la pena. A los setenta y tres, finalmente aprendí algo sobre la calidad verdadera de las cosas, pájaros, animales, insectos, peces, hierbas o árboles. Por eso, a los ochenta habré hecho un cierto progreso, a los noventa habré penetrado el significado más profundo de las cosas, a los cien habré hecho realmente maravillas y a los ciento diez, cada punto, cada línea, poseerá vida propia».

El pintor japonés, que durante buena parte de su vida se dedicó a ilustrar novelas históricas, sobre las que ahora se puede saber algo más gracias al ensayo de Carlos Rubio, Claves y textos de la literatura japonesa (Cátedra), murió a los 89 años, en 1849... Sin duda, dolido por no haber podido penetrar con su pintura el significado más profundo de las cosas.

71 AÑOS. Nicolas Poussin vivió setenta y un años, pero los últimos fueron de gran sufrimiento: los temblores le impedían pintar y dibujar con la habilidad que le había hecho famoso. Es muy emocionante ver Poussin y la Naturaleza en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Poussin y la Naturaleza permanece abierta hasta mañana, y dentro de un mes, y hasta mayo, se exhibirá en el Metropolitan de Nueva York.

Me gusta mucho el mimo con que Poussin pinta la cara de sus personajes: el deseo, el éxtasis, el dolor, el cansancio, el sueño... Miraba la Naturaleza atentamente, pero miraba más, con su afán clásico, al hombre y, sobre todo, a las mujeres: «La pintura es una imitación de todo lo que hay bajo el sol, realizada con líneas y colores sobre una superficie; su finalidad es la de agradar».

MENORES. Jesús Llorente, editor de Acuarela (acuarelalibros.com), entrevista en el número de enero de Rockdelux a Dennis Cooper, recién cumplidos los 55 años, a propósito de Chaperos (El tercer hombre; prólogo y traducción de Juan Bonilla), su última novela publicada en España. Dice Dennis Cooper que algunos, como Alex James, líder de la banda de pop británica Blur, o como Marilyn Manson tienen miedo a ser entrevistados por él, quizá porque creen que es un psicópata pervertido o porque no quieren relacionarse con alguien que escribe sobre sexo con menores.

En su blog (denniscooper-theweaklings.blogspot.com), escribe de arte (recomienda, por ejemplo, a una interesante artista de Osaka, Ken-Ichi Murata, que nació en 1957 y que hace fotografías que recuerdan a las de Andrés Serrano), escribe de asuntos bizarros y sexuales y también, y especialmente, de literatura. Hace una semana, «colgó» una lista con sus 50 novelas preferidas.

Hay muchas novelas que conozco, de Sade, de Flaubert, de Compton-Burnett, de Carson McCullers... pero me quedo con ganas de leer otras que no conozco, como Fábula, del suizo Robert Pinget (1919-1997), buen amigo de Beckett, o como The Quick and the Dead, de Joy Williams.

11 AÑOS. Antonio López cuenta cómo todavía se sorprende de que su tío, Antonio López Torres, le descubriera talento para la pintura cuando sólo tenía once años: «Convenció a mi padre de que, quizá, valía para la pintura. ¡Como si eso fuera tan fácil de saber!».

Lo cuenta en En torno a mi trabajo como pintor (Fundación Jorge Guillén), unas charlas que Javier Blasco y Antonio Piedra han convertido en una hermosa poética del pintor manchego: «A mí me costó muchísimo tiempo pintar. Yo creo que es como tener un hijo, como tener un amor. A lo mejor se está más tranquilo si no tienes nada que te haga temer perderlo, que te haga temer por él. Yo creo que, de todas formas, si en la balanza pesa más toda la parte negativa del trabajo, es decir, que el trabajo te convierta en una persona desgraciada, lo mejor es que dejes el trabajo».
(ABCD de las letras. Periódico ABC)

por Mycroft Barret.

Correr entre la gente, pensó ella. Correr sin parar contra la marea de caras sin rostro y almas sin corazón, con sus bolsas repletas y sus vidas vacías…tan solo jugar a pillar entre los recodos de la multitud, pequeñas e intangibles figuras enmascaradas…

No quería estar allí, y ahora, quería sentir el frío, tener el aire entrecortado aprisionado en sus pulmones, respirar fuerte, esconderse, apurar las horas de luz y conseguir retener el segundo.

Pero estaba comprando cosas que no necesitaba, con gente de la que tenía miedo de despedirse. El miedo a ser franca y a decirles que esta era su última navidad le impedía disfrutar de los pocos manojos de energía que le quedaban.

 

miércoles, 9 de enero de 2008

Fisognomica

Fue ese el preciso instante
en el que descubrí que de tus manos nacía el aire
con el que hago esos fonemas que tú interpretas como arte
y no son más que la traducción
de tus cabriolas. No soy pues, ebanista de madera de ébano
más bien humilde carpintero
de virutas de tu aliento.

La poesía es indescifrable.


Cover


Emil Staiger
"La interpretación desarticula en piezas sueltas lo que en su sentido originario está enigmáticamente unido. El misterio que flota en toda manifestación lírica no puede ser jamás revelado por la interpretación. PUes lo que es único reviste tal grado de intimidad que permanece siempre inaccesible al espíritu dotado de la mayor sagacidad. Lo mismo que un rostro es siempre más elocuente que cualquier estudio fisiognómico, y un alma es siempre más profunda que todo intento de esclarecimiento piscológico. "